A medida que envejecemos, somos más
propensos a enfermar, pero eso no significa que no podamos llevar una vida
feliz y saludable. Llegar a la tercera edad no es sinónimo de aislamiento, de
preparación a la muerte, de rutina…sino una etapa más para vivir y superar,
donde se pueden aprender aún más cosas de las ya aprendidas a lo largo de todo el
camino de la vida que hemos recorrido.
Ser anciano es ser sabio. Es donde
se encuentra la experiencia de la vida, del que puedes aprender y verte
reflejado para cuando llegues a su misma edad, a pesar de que muchos lo vean
como algo malo, donde no quieren llegar, por miedo a la soledad, al rechazo, al
aislamiento. Si bien es cierto, y algo que no podemos ignorar, que muchos de
nuestros ancianos son utilizados como canguros por sus hijos, maltratados
psicológicamente o abandonados en residencias, donde se olvidan de su
existencia.
Existen dos tipos de opiniones en
cuanto a la vejez: quienes hablan de ésta desde un punto optimista, pensando en
la jubilación como un periodo vacacional de larga estancia y creyendo que la
Seguridad Social solucionará todos sus problemas económicos, con sus
respectivas pagas, proporcionando residencias y especialistas que se encarguen
de cuidarle a él y a su salud; en el lado opuesto nos encontramos a los que
creen que llegar a la tercera edad es estar acabado, anticuado, ser un estorbo
para la familia, y marginado.
El hombre a lo largo de
su historia se ha planteado problemas en torno a la vejez. No hay teorías
únicas, definitivas, más bien todo lo contrario, es decir, opuestas y variables
a lo largo de la historia respecto a este tema. Existen diferentes concepciones
en cuanto a la tercera edad, destacando que en la mayoría siempre desde una
visión pesimista.
A finales del siglo XIX se separan vejez y enfermedad en el anciano, teniendo lugar el nacimiento de la Gerontología y de la Geriatría. Pero la sociedad no cambia, lo que lleva a que el anciano sigua marginado, aunque de otra forma más sutil: nuestra civilización basa su cultura en el trabajo, el rendimiento y el consumo; es decir, estamos en una sociedad orientada básicamente hacia la juventud y sus valores. El anciano al ser improductivo y tener pocas posibilidades para el consumo, vuelve a ser marginado.
Para reflexionar sobre todo ésto os invito a ver y a analizar la película de Kirk Jones "Todos están bien", aquí os dejo el trailler.
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