Las relaciones se acaban. Pero hay dos formas de
terminarlas, cortando de raíz o sufriendo y desprendiéndote del otro poco a
poco. Poco a poco o que al final resulte ser nada, porque esto es como la
droga, o la dejas de golpe o te terminas de desenganchar del todo. Entonces
surgirá el momento en el que lo llamarás porque te sentirás vulnerable y
necesites que alguien, ese alguien, te diga que vas a estar bien. Momento de
debilidad se llama.
Cierto es que llega un momento en el que esto se acaba, todo
depende de tu dependencia y la fuerza de voluntad. Van pasando los días en los
que no habláis y no os veis, y esto va aumentando. Estupenda señal aunque ahora
no lo quieras ver. Ya no esperas casi nada de él en este punto. Sigues pensando
en él todo el tiempo, pero ya su imagen es difusa, y cuesta recordarlo. Se
llama niebla, esa que no te deja ver bien. Comienzas a recordar todos los
buenos momentos que pasasteis, en los que te hizo reír y hasta quererle.
Incluso llegas a olvidar todas aquellas cosas malas que os separaros, las razones por las que tu relación no
funcionó. ¿Y sabes por qué? Porque te consume el deseo de NO estar sola. Los
recuerdas así porque quieres volver a vivirlo, volver a esos momentos felices.
Abre los ojos, ya NO estás enamorada de esa persona, sino de
la idea de estar enamorada y de la idea de no estar sola. Lo que quieres tener
es compañía, amor y seguridad, no a tu ex.
No pasa nada, no todos estamos hechos para todos, no todos
los amores llegan a puerto ni son eternos. Hay gente que encaja por pura
casualidad, aun siendo piezas de dos puzzles distintos .
Es el momento de dejar ir todos esos recuerdos, de no caer,
de no volver a tropezar. Porque si decidieras volver con él, la felicidad
tendría fecha de caducidad. Sería bonito al principio, como todos los
principios, pero luego volverá el dejar de esforzarse por esa relación y
regresarán entonces los mismos problemas que anteriormente ya os separaron.
No te expongas al mismo dolor dos veces. Sigue tu camino
hacia la siguiente estrella