lunes, 31 de diciembre de 2012

Queda prohibido añorar el pasado

Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella, más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto. Cerrando círculos, o cerrando puertas, o cerrando capítulos. Como quieras llamarlo, lo importante es poder cerrarlos, dejar ir momentos de la vida que se van clausurando.

¿Terminaste en tu trabajo?, ¿Se acabó la relación?, ¿Ya no vives más en esa casa?, ¿Debes irte de viaje?, ¿La amistad se acabó?

Puedes pasarte mucho tiempo de tu presente "revolcándote" en los porqués, en rebobinar el casette y tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho.

El desgaste va a ser infinito porque en la vida, tú, yo, tu amigo, tus hijos, tus hermanas, todos y todas estamos abocados a ir cerrando capítulos, a pasar de hoja, a terminar con etapas, o con momentos de la Vida y seguir adelante.

No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos por qué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltar, hay que desprenderse.

No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros.

Los hechos pasan y hay que dejarlos ir. Por eso, a veces, es tan improtante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, documentos por tirar, libros por vender o regalar. Los cambios externos peuden simbolizar procesos interiores de superación. Dejar ir, soltar, desprenderse.
En la vida nadie juega con las cartas marcadas, y hay que aprender a perder y a ganar. Hay que dejar ir, hay que pasar página, hay que vivir con sólo lo que tenemos en el presente, porque el pasado ya pasó.

No esperes que te devuelvan, no esperes que te reconozcan, no esperes que alguna vez se den cuenta de quién erestú. Suelta el resentimiento, deja "tu televisor personal" para darle y dalre al asunto. Lo único que consigues es dañarlo mentalmente, envenenarlo, amargarlo...

La vida está para adelante, nunca para atrás. Porque si tú andas por la vida dejando "puertas abiertas", por si acaso, nunca podrás desprenderte ni vivir lo de hoy con satisfacción.

Noviazgos o amistades que no clausuran, posibilidades de "regresar" (a qué?), necesidad de aclaraciones, palabras que no se dijeron, silencios que lo invadieron. ¡Si puedes enfrentarlos ya y ahora, hazlo!, si no, déjela ir, cierra capítulos. Dite a ti mismo que no, que no vuelves.
Pero no por orgullo ni soberbia, sino porque tu ya no encajas allí, en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en ese escritorio, en ese oficio. Tú ya no eres el mismo que se fue, hace dos días, hace tres meses, hace un año, por lo tanto, no hay nada a que volver. Cierra la puerta, pasa la hoja, cierra el círculo. Ni tú serás el mismo, ni el entorno al que regresas será igual, porque en la vida nada se queda quieto, nada es estático.

Es salud mental, amor por ti mismo, desprender lo que ya no está en tu vida. Recuerde que nada ni nadie es indispensable. Ni una persona, ni un lugar, ni un trabajo, nada es vital para vivir porque: cuando tú viniste a este mundo 'llegó' sin ese adhesivo, por lo tanto es "costumbre" vivir pegado a él, y es un trabajo personal aprender a vivir sin él, sin el adhesivo humano o físico que hoy te duele dejar ir. Es un proceso de aprender a desprenderse y, humanamente se puede lograr porque, te repito, ¡nada ni nadie nos es indispensable! Sólo es costumbre, apego, necesidad.

Pero .... cierra, clausura, limpia, tira, oxigena, despréndete, sacude, suelta. Hay tantas palabras para significar salud mental y cualquiera que sea la que escojas, te ayudará definitivamente a seguir para adelante con tranquilidad.
 
¡Esa es la vida!
 
 
 
P.C.

martes, 18 de diciembre de 2012

La furia y la tristeza

En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar, o quizás donde los hombres transitan eternamente sin darse cuenta...
En un reino mágico, donde las cosas no tangibles, se vuelven concretas...

Había una vez...Un estanque maravilloso. Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente...
Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse haciéndose mutua compañía, la tristeza y la furia. Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas, las dos, entraron al estanque.
La furia, apurada (como siempre está la furia), urgida -sin saber por qué- se baño rápidamente y más rápidamente aún salió del agua...

Pero la furia es ciega, o por lo menos, no distingue claramente la realidad, así que desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró...Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza...
Y así vestida de tristeza, la furia se fue.

Muy calma, y muy serena, dispuesta como siempre, a quedarse en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro (o mejor dicho sin conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del estanque. En la orilla encontró que su ropa ya no estaba. Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la furia.

Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta furia que vemos, es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia, en realidad... está escondida la tristeza.


Jorge Bucay