jueves, 24 de marzo de 2016

Los tíos: abrazan como padres y comparten como amigos


Cuando era niña y me decían que iba a pasar la tarde con mi tío, mi corazón se encendía. Era mi confidente, mi segundo padre que me ha ayudado a crecer y que edificó en mí un legado emocional indispensable. Él mi inculcó algunos valores por los que ahora soy como soy, él me enseñó el amor hacia los caballos, al campo, a la simplicidad, a vivir el día a día porque no sabemos si mañana llegará. Ahora recojo ese legado, en cada fiesta como a él le gustaba, muriendo de amor por los animales pero sobre todo el caballo, pero hay uno que nos separaba, que nos hacía chocar y discutir: los toros. Apasionado de las corridas. Jamás nos pareceremos en eso.


Era mi protector, mi defensor, mi proveedor de felicidad, de complicidad y detalles inolvidables que marcaron mi vida. Me enseñó a ser paciente, mucho, pero cuando se agotaba esa paciencia…no había solución para tanto genio. Pero siempre, terminamos perdonando, ambos, por comprensión, por empatía, por moral, porque el mañana…no, quizás no llegue el mañana. Y no llegó. Tan predecible fue…


Los tíos son vistos muchas veces como esos adultos, cariñosos y con identidad neutral, que todo niño o adolescente asumirá como segunda figura paterna mientras crece y madura. A su vez, los tíos suelen amarnos como auténticos hijos.


Ahora que ya no estás, que me dejaste, que te fuiste sin avisar, pero que me cuidas y me proteges…te llevo en mi corazón, en ese rincón donde duerme lo eterno, ahí donde residen nuestros bienes más preciados.


Asumir la pérdida de una persona, es algo que no es fácil para nadie y que, además, va a obligarnos a tener que desplegar una serie de estrategias para las cuales nadie nos ha preparado. Tres años y sin estar prepreada…