lunes, 24 de marzo de 2014

Un año sintiendo que la vida no es vida desde que tú no estás


El adiós no siempre posee la misma forma. A veces ni siquiera escogemos esa palabra para alejarnos, preferimos un hasta pronto en susurro, un mudo hasta siempre o el silencio cuando no queda más que ausencia o dolor, cuando la voz permanece quieta.
A veces la despedida llega inesperadamente, un portazo y el aire frío -inmóvil- como suspendido en el vacío; otras veces se dijo demasiado, tanto, que pareció no haberse dicho nada.
Un millón de palabras, no pueden hacer que vuelvas y lo sé porque lo he intentado, tampoco un millón de lágrimas, lo sé porque he llorado hasta quedarme sin ellas. Nuestros recuerdos de ayer durarán toda una vida. Guardar los mejores, olvidar los demás. Ah no, que no hay ningún recuerdo malo porque tú solo te dedicaste a hacerme feliz. Soñar como si fueses a vivir para siempre, como si en vez de un sueño fuese realidad. Esa será la continuación de nuestra historia. Los sueños, y los recuerdos son lo que hacen sentirte tan cerca, como si estuvieses aquí conmigo, aunque en realidad estés tan lejos que no te pueda alcanzar
Cuanto te extraño, pasan los meses y yo aún pienso encontrarte en tu casa sentado junto a la puerta, mirando a tu alrededor, observando lo que puedes hacer. Tú me enseñaste muchas cosas que en la vida debía afrontar, pero jamás me enseñaste a saber lo que es estar sin ti.
Quisiera decirte tantas cosas. Lamentablemente no me queda nada más que dejarte mis palabras al aire y el consuelo de saber que allí donde estés me estés escuchando. Siento que la vida se me acaba, no sé cómo acostarme sin pensar en ti, no sé cómo hacer para no extrañarte tanto
Pero hay algo más importante que todas las cosas, lo que te prometí. Prometí quererte mientras yo viviese. Uno promete algo cuándo está seguro que puede cumplirlo. Y yo te prometí que te querría toda la vida, y así lo haré.
Ayer pude estar cerca de ti otra vez, los recuerdos de aquel día en que te fuiste volvieron una vez más a mi mente, ver tu rostro por última vez fue mi desolación, observar tus ojos, tu mejilla, tus labios, para que cuando cierre mis ojos pueda recordarte tal cual eras, para que esa imagen no se borre jamás.
Abandonamos a menudo porque la despedida es el único modo de preservar el recuerdo
Te dejo todas las lágrimas que derramé mientras escribía estas líneas. Te dejo mi falta de aire, el dolor que en este momento siento, el dolor. Mi coraje. Todo te lo dejo aquí. Y me quedo con lo que no puede dejar de sonar en mi alma.